La aclamada serie de HBO ha llegado a su fin y, sí, tenemos nuevo rey, y como en Juego de Tronos, la también celebrada serie del mismo estudio, resulta ser quien menos esperábamos. Y ya os aviso que no será la última comparación que haga con ella, para bien y para mal. Es innegable que por muy mala que fuese su última temporada vivimos en un mundo post-GOT, y sin minimizar la absoluta brillantez de Succession, también es cierto que se ve amplificada por lo que supuso la serie de Poniente.
La guerra de los Roy ejemplifica a la perfección cómo la gente privilegiada y caudalosa también se desmorona. Qué digo se desmorona, se dan unos batacazos de la hostia. Es hasta hipnótico ver cómo todos ellos son asquerosamente ricos, sí, pero también tremendamente imperfectos y sucios, ver cómo acaban rotísimos por culpa de esas confabulaciones de unos contra otros que nos han mantenido pegados al sofá y con el alma en vilo hasta el capítulo final.
Y es que la serie está endiabladamente bien escrita. Tanto, que nos zarandea de un lado a otro generando simpatías que se van alternando a medida que avanza la historia con innumerables giros de guión. ¿En serio tengo que sentir empatía por Shiv cuando le recuerda a Kendall su inconfesable secreto en ese último giro de la historia perfectamente ejecutado? No como Daenerys, sea dicho de paso (coff, coff). Y es que Succession radiografía de forma meticulosa y con mucha mala baba lo más bajo de la condición humana, pero lo hace de tal forma que nos obliga a tomar partido por seres terribles que en otro contexto ganarían el mayor de nuestro desprecio. Y sin embargo aquí estamos, sintiendo compasión por Kendall, riendo las gracietas de Roman o alabando las dotes manipuladoras de Shioban la puta ama, que al final ni tan ama ni tan, oh, manipuladora, porque en el mundo machirulo de Succession más vale un tonto del culo fiel que una mujer lista y follable, no sea que luego la cosa se complique. Bueno, lista o no. ¿Hasta dónde puede llegar la codicia humana? Succession lo deja claro: hasta donde puedas aguantar tu humillación.
Y es que si el guión es una maravilla, también lo son los personajes. Primero, Logan. El titán gruñón, invencible en la salud, la demencia y la enfermedad. Inalcanzable para sus cachorros incluso en el último momento, dejándolos desde el aire y cumpliendo su voluntad desde el otro mundo. Tanto que incluso les deja claro que una vez muertos, sus cuerpos descansarán a su lado, tal y cómo él mismo ha establecido. Logan al final se ha salido con la suya.
Y qué decir de Kendall, el delfín que tuvo a tocar su sueño desde el primer episodio se tiene que conformar con ver el atardecer sobre el Hudson, asquerosamente rico pero también asquerosamente repudiado. Y de Roman, al que el poder absoluto le hizo perder el poco control que tenía sobre sí mismo, quedando desnudo y roto sin poderse esconder detrás de su padre o de su puesto. Y por supuesto de Shiv, la mejor jugadora del juego de tronos. Solo ella contemplaba todas las opciones. Solo ella se guardaba ases en la manga. Y solo ella se dio cuenta, como buena jugadora de poker, en qué momento era mejor retirarse y llevarse lo ganado. Y luego tenemos a Connor, el ridículo personajillo que se cree la mismísima reencarnación de Kennedy nunca estuvo en la carrera. Ni quiso estarlo. Así que él ni ganó ni perdió el juego, aunque si te dice que va ganando en la vida tampoco se lo podamos negar: se queda con la casa de Logan, tuvo la boda que deseaba y el dinero nunca será un problema.
Al final quien se lleva el gato al agua es Tom. Tom, el bravucón que se va comer a un dinner para preparase para el tipo de alimentación que tendría que llevar al sacrificarse por Logan al ir a prisión. Tom, quien por diversión trolea al trepa y atolondrado Greg. Tom, al que no le tiembla el pulso al aceptar vender su alma a cambio de satisfacer su ambición. Tom que, lo mismo que Connor, sabe que nadie le quiere pero, qué demonios, va a ser asquerosamente rico y poderoso. Tom, que se arrastró de todas las formas que pudo y que al final ofrece su mano igual que un rey ofrece su anillo para ser besado.
Decimos adiós a una serie magnífica que nos deja uno de los mejores episodios de la historia con el tercero de está última temporada. Y un final que nos mantuvo en el filo de nuestros asientos en todo momento, lo mismo que a lo largo de sus cuatro temporadas. Succession se une así al Olimpo de series que han logrado la excelencia de principio a fin como Breaking Bad y The Wire.