Joan Porcel ha sabido ir más allá, ver y retratar lo que hay detrás de cualquier post o story de Instagram. Cámara en mano y transmitiendo su pasión por las historias veraces, logró con su ópera prima Samantha Hudson, una historia de fe, sexo y electro-queer convertir la viralidad en un vehículo para la intimidad, desvelando el universo de este icono erigido entre likes y referencias vintage, llamado Samantha Hudson. Pero Joan ha querido dar un giro de ciento ochenta grados con su documental Sempre dijous, aventurándose tras lo pasos de una artista completamente diferente, Júlia Colom, mostrando las inquietudes y los sueños de esta cantante mallorquina que apuesta por la naturalidad y la falta de artificios.
Joan, te has dado a conocer por tus aplaudidos documentales ¿por qué elegiste precisamente esta forma de expresión para contar historias? ¿Cuál es tu relación con los documentales? ¿Por qué despiertan esa predilección en ti?
Durante mis estudios de comunicación me empecé a interesar por el cine de no ficción y más particularmente en el documental de festivales. Siempre había querido explicar historias a través de la cámara y no me sentía cómodo en los estándares de ficción. Cuando acabé la carrera cursé el máster en documental creativo por la Universitat Autónoma de Barcelona y allí vi claro que eso era lo que quería hacer.
Arrasaste en el Atlántida Film Fest con tu documental Samantha Hudson. Una historia de fe, sexo y electro-queer y este año has estrenado otro titulado Sempre dijous sobre la artista mallorquina Júlia Colom, ¿por qué ellas? ¿Qué tiene que tener una vida para que decidas plasmarla en un proyecto?
Creo que el principal motivo de retratar a las protagonistas de mis películas es mi propio interés en hacerlo. Tanto Samantha como Júlia son artistas a las que admiro y el hecho de compartir tantas horas de rodaje con ellas me ha permitido conocerlas mejor. Las dos son coetáneas a mi generación y comparto muchas de sus inquietudes y preocupaciones. A la vez creo que esta relación –cineasta y artista– nos ha permitido crecer y aprender mientras desarrollamos nuestros proyectos.
Samantha y Júlia son figuras muy distintas, ¿qué crees que las une y las diferencia como protagonistas de tus obras?
Samantha y Júlia son artistas con una personalidad y un estilo muy distinto, pero a la vez comparten muchas piezas a nivel narrativo en mis películas. Ambas son cantantes nacidas en Mallorca que se mudan a una gran ciudad para crecer, triunfar y buscar su sitio en el mundo. A partir de aquí cada una tiene un discurso muy diferente que se enmarca en una generación que ya no se preocupa por tener un trabajo fijo, su orientación sexual o los títulos universitarios.
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Samantha ahora ha visto su popularidad crecer de forma importante, ¿crees que tu documental ha aportado una visión más humana del personaje y la persona que conforman Samantha Hudson?
El documental nos habla de un momento muy concreto de Samantha. Poniendo la vista atrás lo podríamos haber titulado: Los 18 de Samantha o algo así. Dos años después creo que Iván tiene una prometedora carrera por delante: lo viene demostrando en sus apariciones en series como La Veneno, su show semanal en la Sala Maravillas de Madrid, o ser la imagen de campaña de una marca como Jean Paul Gaultier. La película sirvió para enseñarnos la cara B del personaje, quizás una parte más íntima y carismática que su perfil en redes sociales.
Samantha Hudson. una historia de fe, sexo y electro-queer, ha sido destacado por su contenido rompedor, por hablar de todo sin tabúes, ¿es lo que buscas con tus documentales, la libertad más allá de cualquier censura o pudor social?
Siempre busco que mis películas hablen como el personaje al que retrato. De alguna manera creamos un universo para que el espectador pueda formar parte de él. No tiene ningún sentido filmar la vida de Samantha Hudson y no incluir ciertas escenas, palabras o acciones por decoro. Si Samantha es políticamente incorrecta, directa, soez y divertida, la película también debe serlo.
¿Qué es lo que pretendes como director al contar esas historias? ¿deseas mandar algún mensaje al público?
No me marco ningún objetivo a la hora de plantear el mensaje que tienen las películas. Prefiero centrarme en retratar un momento concreto de una persona, darle vueltas a la forma e intentar llevar a cabo un acercamiento que me permita entrar dentro de la vida de los personajes. A partir de aquí, sus diálogos, pensamientos y acciones construyen los diferentes ejes de la película.
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¿Qué cineastas han sido tus referentes a la hora de elaborar tus diversos proyectos?
Creo que mis películas beben de aquí y de allá. Soy un gran consumidor de documentales indie y de cine mainstream, adoro el mundo internet y el mundo trash: creo que todo eso está patente en mi trabajo. Algunas películas que me han ayudado a dar forma a secuencias que luego he rodado podrían ser MAPA de Leon Siminiani, La gran belleza de Paolo Sorrentino, Pink Flamingos de John Waters o Catfish de Ariel Schulman.
¿Cómo ha afectado la irrupción de la pandemia en tus proyectos? ¿Te gustaría llegar a tratar ese tema en un futuro?
En nuestra última película, Sempre dijous, el estado de alarma se declaró tan solo tres días después de acabar el rodaje. A mí me pilló en Mallorca y al resto del equipo en Barcelona. Durante esos meses nos dedicamos a montar la película de manera remota enviándonos discos duros a través de empresas de mensajería y trabajando por Skype. Después de ver el primer corte tuvimos que replantear el final de la película, y lo acabamos rodando casi cinco meses después durante el Atlàntida Film Fest con mascarillas y los nuevos protocolos. El coronavirus es un evento mundial que dejará huella en un sinfín de historias y películas y del cual nos acordaremos siempre.
Después de estrenar dos documentales y optando por la naturalidad y la cercanía como elementos esenciales de tu discurso narrativo, ¿puede decir Joan Porcel que la realidad supera a la ficción?
Desde luego, si te resumiera mis últimas dos semanas podría hacer un largo. En cualquier caso, creo que sí, hay una infinidad de historias reales que merecen ser contadas.
Tus documentales son sorprendentes en su forma de introducirse en la vida de los protagonistas, por ejemplo, mostrando fragmentos de stories de Instagram, ¿es importante para ti el poder innovar respecto al formato tradicional de los documentales?
No me considero una persona innovadora a la hora de explicar historias, de hecho todas mis películas tienen unas estructuras narrativas bastante clásicas. Lo que es cierto es que el uso de nuevos lenguajes está a la orden del día y es parte de mi generación. Quizás es sorprendente verlo en una sala de cine, pero ya hace más de una década que nos comunicamos con otros códigos a través de las redes sociales y hacer referencia a ello en mis documentales es lo más natural del mundo.
¿Puede haber un documental sin mostrar la intimidad? ¿Se debe desvelar la verdad de su protagonista o acercarlo al público?
La intimidad es muy subjetiva, cada persona considera sagrados aspectos muy diferentes de su vida. En cada película he suscrito una especie de pacto con las protagonistas, hemos sido sinceros desde un inicio y delimitamos unas líneas rojas que intentamos no pisar. A partir de aquí todos somos conscientes de que existe una exposición de la vida personal y que esa cinta es para siempre.
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¿Esperabas el éxito de tus documentales? ¿Cómo has digerido toda la repercusión que has tenido?
La verdad es que ambas películas han tenido muy buena acogida entre el público, los programadores y los medios. No teníamos muchas expectativas cuando empezamos a desarrollar Samantha Hudson y su historia ha dado la vuelta al mundo. Con Sempre dijous me preocupaba que por el hecho de rodar en catalán y hablar de folklore se convirtiera en una historia localista, pero una vez acabada creo que fue una apuesta de la que no me arrepiento. He tenido mucha suerte de contar con el apoyo de un equipo de grandes amigos y profesionales y sé que he llegado tan lejos gracias a ellos.
¿Con quién le gustaría trabajar a Joan Porcel?
Por mi cabeza corren algunos nombres. Supongo que me gusta retratar a artistas que admiro y que aún no son muy conocidos pero que aspiran a serlo. Me he centrado en hacer documental musical sin dejar de lado los aspectos sociales que rodean sus historias. Quizás ese es el perfil de un protagonista de un documental de Joan Porcel. Pero bueno, igual la semana que viene me encapricho con hacer un documental de una superstar.
¿Te ves en un futuro dirigiendo proyectos de ficción como series o películas?
No sabría decirte si me veo dirigiendo proyectos de ficción al uso, pero tengo claro que los formatos híbridos son un terreno que me apetece explorar y si se da la oportunidad estaré encantado de jugar con ellos.
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