Tanteando la línea divisoria entre una solución funcional y aquello exclusivamente estético, Max Enrich parece tener una idea muy clara sobre lo que el diseño significa para él. Y tan clara es su visión sobre diseño como la pasión que siente por este, que le llevan a crear productos sencillos, limpios y delicados en su apariencia, pero poderosos por la intención, la voluntad y la devoción que esconden por parte de su creador.
Enrich es diseñador de objetos que juegan con distintos elementos estéticos, como la forma, la luz, el color y las formas geometrías, dando a luz a icónicas colecciones como su elegante repertorio de mesas Stabile, o la nueva serie de mesas de fibra de vidrio que presentará, a partir del 14 de febrero, en la exposición colectiva Functional Art en la Galería 6mas1 de Madrid.
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¿Recuerdas cuándo y cómo nació tu interés por el diseño?
De muy pequeño ya quería inventar cosas. Nunca llegué a inventar nada, pero siempre era lo que quería hacer. ¡Decía que quería inventar la silla de tres patas! Con los años asocié esas ganas que tenía de inventar con la arquitectura, así que empecé por ahí. Y al poco tiempo vi que lo que me interesaba era una escala inferior, más humana, y cambié a diseño industrial, donde llegué ya con las cosas más claras.
En tus diseños se aprecian todo tipo de colores y materiales –piedra, madera, hierro, etc. – y no sigues ningún otro patrón, más allá del minimalismo y la predilección por la búsqueda de aquello estético, por lo que se te reconoce. Sin embargo, ¿hay alguna manera de hacer en la que te encuentres desenvolviéndote con más frecuencia o más facilidad?
Soy muy poco metódico a la hora de empezar un producto. Me dejo llevar por las ideas y una cosa lleva a la otra. Hay veces que tengo un producto en la cabeza durante meses hasta que no consigo resolverlo o encontrar la manera con la que me gustaría realizar esa idea; por el contrario, hay ideas inmediatas que tal cual aparecen, las realizo. Lo complicado siempre es empezar o encontrar la chispa o el desencadenante de un futuro producto. En el caso del último, un taburete muy sencillo con una pata de cada color (tipo parchís), fue el color lo que me condujo a la forma final.
¿Qué te inspira a la hora de imaginar y crear un producto nuevo?
Según Bruno Munari, la fantasía trabaja libremente, las ideas son solo ideas y no hace falta que sean realizables. La invención relaciona las cosas que conocemos con un uso práctico. La creatividad es la manera de llevar a cabo esos proyectos (llenos de fantasía e imaginación). Y por último, la imaginación sirve para hacer visible lo que la fantasía, la invención y la creatividad piensan.
Para poder utilizar estas cuatro herramientas para diseñar hay que ir con los ojos abiertos, hay que saber cómo funcionan las cosas, cómo se relacionan con las personas, cómo evolucionan, etc. Todo eso es de donde se nutre la inspiración. Y la inspiración es algo que cada uno de nosotros tenemos en la base de datos del cerebro, no está en internet.
“Es contradictorio, pero a veces lo material nos ayuda a ser más humanos.”
Háblanos de Stabile, tu colección de elegantes mesas geométricas, simples y sobrias.
La idea nació de la necesidad personal de crear algo. Estaba trabajando en una empresa y me prometí gastarme la primera paga en producir algo y la manera era con un herrero que había cerca de donde trabajaba –conocía sus máquinas así que tenía en cuenta sus limitaciones para diseñar. Le di vueltas durante muchos días hasta que se me ocurrió la primera mesa de las tres. Para que me saliera a cuenta, decidí diseñar un par de modelos más, siguiendo la misma estética, y así nació la familia.
Diseñar por diseñar se me hace complicado, pero a la que tienes algo parecido a un brief, las ideas pasan a ser más lógicas. Así que empecé por ponerme limitaciones o definir el brief yo mismo. Sabía que iban a ser unas mesas únicamente de hierro, de un solo color, con poca soldadura, formas geométricas, etc. ¡Todo esto antes de ponerme a diseñarlas!
La relación entre funcionalidad y estética… ¿Contraria o complementaria? Cuando un producto o una pieza puramente decorativa cumple una función estética pero además juega bien con el entorno, ¿se convierte, como consecuencia, en una pieza funcional también?
Funcionalidad y estética han de coexistir en una pieza, se supone que es como el primer mandamiento. Pero tiene muchas lecturas: la estética es subjetiva –parte de la belleza es objetiva, pero gran parte es personal. Y la funcionalidad… ¿En qué momento una pieza pasa a ser funcional? Quiero decir, ¿cuál es la mínima expresión de funcionalidad para una pieza de mobiliario? Porque quizás, con llenar un espacio o un vacío, hacer más acogedor un lugar, o simplemente gustar al usuario se cumplen más funciones que una navaja multiusos. No me voy a poner romántico, pero una pieza puede encajar en una casa simplemente porque recuerda al perrito de la infancia, ¿no? Es contradictorio, pero a veces lo material nos ayuda a ser más humanos.
Según George Nelson, diseñador estadounidense que destacó en diseño industrial, especialmente en objetos de interiores, un buen diseño es “aquel que logra integridad, es decir, unidad o totalidad, estableciendo una relación equilibrada con su entorno”. ¿Compartes esta opinión? ¿Qué es para ti, un buen diseño?
Desde el punto de vista de la arquitectura interior y exterior o la decoración, sí, una relación equilibrada con el entorno es sana y necesaria. Pero desde el punto de vista del que diseña una pieza, o la diseña ad hoc o será algo genérico que con suerte encajará en el espacio final al que vaya destinada. A mí me gusta diseñar piezas para espacios en concreto pero muchas veces diseño para un espacio común.
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¿Puedes nombrar a tres diseñadores de mobiliario que consideres referentes y que todos deberíamos conocer?
¡Tres son muy pocos! Haciendo una selección objetiva, diría que hay que conocer a Michael Thonet, a parte de desarrollar la técnica de la madera curvada por vapor, el tío consiguió meter treinta y séis sillas semi-montadas en un metro cúbico en 1859 –básicamente en lo que se basa Ikea hoy en día. Como antes he mencionado a Munari, diría que hay que conocerle por su control de las artes –la libertad con la que piensa se ve reflejada en sus productos y proyectos. Por último, uno que selecciono más subjetivamente es Philippe Starck, sobretodo sus primeras épocas. Y luego está lleno de diseñadores emergentes que crean piezas muy interesantes en muchos sentidos. Tengo ganas de ver cómo evolucionan y estoy convencido que muchos de ellos se convertirán en futuros referentes.
Supongo que el diseño de mobiliario guarda una estrecha relación con el diseño de interiores y con el diseño arquitectónico. ¿Te genera curiosidad y ganas de trabajar en este tipo de diseño?
Mucha. Me doy especial cuenta cuando un cliente me invita a su casa para que vea el espacio para hacer una pieza a medida. ¡Ojalá hubiera ido antes y poder meterme con temas como la materialidad, el color y la luz del espacio! El aprecio por la arquitectura lo tengo desde hace tiempo, y el diseño de espacios me atrae cada vez más.
¿En qué te veremos trabajar próximamente? ¿Planes y esperanzas para el futuro?
Enseguida me pongo con una idea para llevar a Bruselas, a la feria Collectible Design, en marzo. Seguramente terminará siendo una mesa o una banqueta, pero me hace especial ilusión porque es una idea que hace tiempo que quiero desarrollar y tengo ganas de ponerme con ello.
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