Autenticidad, valentía y fuerza son algunos de los adjetivos con los que todxs podríamos definir a las mujeres que forman parte de nuestras vidas. Mujeres cuya existencia ya es una declaración de intenciones. Mujeres que se expresan, que miran, que se visten, que bailan, que aman… Mujeres libres que, día a día, hacen de su modo de vivir su revolución particular.
Daily Revolutions es el nuevo proyecto fotográfico de Ana Prado, mejor conocida como Arden. La idea, mostrar a mujeres no normativas y rendirles un tributo humilde a aquellas que forman parte su vida, y que son sus grandes fuentes de inspiración. “Las grandes revoluciones vienen de pasitos pequeños, y nosotras creemos que el simple, pero en realidad complejo, hecho de que una mujer camine por el mundo siendo como es provoca una pequeña revolución en los ojos de quienes la ven y en ella misma cada día.”

Esos pequeños gestos normalmente suelen pasar desapercibidos para la mayoría de la gente, por eso mismo, Daily Revolutions busca dar visibilidad a un grupo de mujeres representativo y diverso “por su historia, por su carácter fuerte y valiente, por no rendirse, por descubrir cómo son y disfrutar de enseñarlo al mundo… Por todo eso y más, tenían que ser ellas.” Didi, Tess, Rosana, Kali, Jihane y Elena nos dan su visión sobre ser mujeres y nos muestran sus pequeñas grandes revoluciones diarias.
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Didi vive en Barcelona y es maquilladora profesional, además de llevar 9 años trabajando en el mundo del espectáculo. Ha viajado por todo el mundo, y gracias a Didi Maquiaveli, su personaje artístico, ha podido desfilar en pasarelas como la 080 Barcelona o la Mercedes-Benz Fashion Week Madrid, a la vez que trabajar con grandes artistas del sector de la moda. Ser mujer trans es duro, cuenta Didi. “Me han agredido verbalmente por la calle y en el metro, me han perseguido a altas horas de la madrugada y me han enseñado sus genitales un millón de tíos por las redes sociales”.

El hecho de tomar la decisión de vivir como mujer la ha llevado a una lucha constante contra la sociedad y consigo misma. Por eso su pequeña revolución es mostrarse al mundo tal y como es. “Yo soy una mujer trans y mi físico es el que ves. Si quiero cambiar algo lo haré porque yo quiera, no para encajar en ningún lado”. Actualmente, uno de sus mayores orgullos como mujer es haber conseguido su cirugía de reasignación de sexo. Si la seguís en Instagram (@didimaquiaveli), podréis acompañarla en su transición y encontrar un punto de apoyo en caso de que os encontréis en una situación similar. “Pienso que es muy necesario informar a la gente para que así, en un futuro, las cosas sean mejor para las personas en mi situación, ya que cuando inicias una transición, en muchos momentos te sientes sola y perdida, y va bien tener referentes para ver que de eso se sale”.
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Tess Hache tiene 20 años, y en sus propias palabras, “no soy musa, soy artista y de las gordas”. Para ella ser mujer es orgullo y opresión, sacrificio y empatía. Su revolución diaria es promover la igualdad de género y desarrollar su trabajo artístico acerca de la corporalidad gorda, aunque también hace revolución con pequeños gestos: “A veces, simplemente ponerme un crop top es revolución.” A lo largo de su vida se ha sentido oprimida por no encajar en los cánones de la sociedad actual, y acabó desarrollando trastornos alimenticios y autolesionándose. “El hecho de ser mujer y gorda me ha hecho estar en el punto de mira. He sufrido mucho la presión estética y social que se genera por la importancia del aspecto, porque si eres mujer parece que solo importa si eres guapa o no”.

También se ha visto sometida a otros tipos de violencia a raíz de su cuerpo. “El hecho de ser mujer y gorda me ha expuesto a mucha violencia sexual: ser objeto deseado y no sujeto deseable, y nunca ser sujeto para amar”. La sociedad ya nos lo pone bastante difícil a las mujeres, entonces, ¿por qué dificultar aún más nuestra existencia entre nosotras? Por esa razón, el mayor orgullo de Tess como mujer ha sido dejar de lado la competitividad entre mujeres y crear una red de solidaridad. También, transformar la violencia hacia su cuerpo en trabajo artístico. Las mujeres todavía estamos muy invisibilizadas. Hay que dar voz a las más oprimidas (trans, migrantes, gordas, etc.) y hay que cambiar las estructuras de poder. Aún queda mucho por hacer, pero como dice Tess, “somos diversas y tenemos la capacidad de transformación; sin nosotras el mundo se para.”
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Rosana es una mujer negra mestiza, lo cual ya es en sí mismo una revolución. A diario tiene que enfrentarse a situaciones como la hipersexualización a causa de su aspecto físico, lo que la ha llevado a ser más cauta con su entorno. “Tener que ir con cuidado o sentir que cualquier cosa es motivo de ataque hace que sea más complicado relacionarme, y que tenga que adoptar un filtro para que las cosas que no puedo controlar no acaben con mi energía para seguir luchando.” Para ella, ser mujer es ser inteligente, tener empatía y conciencia de nuestra historia. Y es que conocer el pasado nos ayuda a no caer en los mismos errores, por eso es importante analizar el presente para construir un futuro mejor. “Actualmente, la representación de la mujer por lo general suele ser una mujer cis blanca con cuerpo normativo, que no se acaba de posicionar y que intenta ser políticamente correcta. Ha sido así durante mucho tiempo, pero creo que recientemente se está empezando a implementar un cambio. Es crucial el empoderamiento y la revisión de nuestros privilegios, aprender las unas de las otras y, sobre todo, escuchar.”
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Kali Sudhra es activista, trabajadora sexual y profesora. Para ella no hay existe un único modo de ser mujer. “Ser mujer tiene muchas formas y no podría solo identificarme con una, pero por lo menos sé que es algo relacionado con la fuerza y la fuente que da vida.” Jihane coincide con ella: “Para mí, ser mujer significa fuerza, valentía y poder. Somos pura evolución, una lucha constante frente a la sociedad para conseguir nuestra palabra y autonomía; ser mujer es la vida y puro amor.”

La modelo se define como extrovertida y risueña, nació en Tánger pero lleva 20 años en España. Criada entre dos culturas distintas, su mayor referente es su madre, una mujer fuerte y luchadora que tuvo que empezar una vida de cero para labrar un buen futuro para sus hijas. Jihane sufre de alopecia areata universal, una enfermedad autoinmune que afecta a los folículos capilares. Actualmente vive en Barcelona y trabaja como modelo, demostrando que “las mujeres sin cabello también podemos ser modelos. Bellas por fuera y por dentro”. Su revolución diaria es normalizar la enfermedad que sufre. “No solo los hombres son calvos, hay mujeres también, y debemos normalizarlo, dejar de escondernos por miedo al rechazo de la sociedad”. Se ha tenido que enfrentar a situaciones como ser cuestionada por su género por el simple hecho de no tener pelo, o que le discutan acerca de su feminidad “porque la sociedad ha crecido pensando que las mujeres deben tener el pelo largo y los hombres el pelo corto, y no es así, aunque por ese hecho he vivido toda mi adolescencia escondiendo mi alopecia debajo de una peluca para integrarme en la sociedad.” Su mayor logro, como confiesa, ha sido conseguir el amor propio, mirarse al espejo y quererse tal y como es.
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Elena Ramírez se dedica a investigar la relación entre la mente y el cuerpo, especialmente a través del género. También hace drag, dirección artística y striptease. Elena reivindica su lugar político como mujer, pero se identifica más con la categoría ‘no binaria’. “Ser mujer significa que la lucha global por los derechos humanos te atraviese el cuerpo entero; ser mujer significa encarnar la lucha de todas las mujeres y de las minorías oprimidas.” Su pequeña revolución es ser ella misma, sin intentar cumplir con las expectativas de nadie. “Creo que vivir mi cuerpo y mi sexualidad con plena autonomía y libertad, siendo mujer, es una revolución máxima. Sobre todo la sexualidad.” Desde pequeña se ha tenido que enfrentar a situaciones machistas, como no tener permitido hacer ciertas cosas que su hermano si podía, o tener que responder a ciertas tareas y obligaciones simplemente por ser mujer. También se ha visto expuesta a la sexualización constante de su cuerpo y ha sufrido situaciones de violencia. Ha sentido “culpa y vergüenza por haber sufrido una violación, hasta el punto de que ni siquiera era consciente de que había sido una violación hasta que lo hablé por primera vez con una amiga y me di cuenta de que no lo contaba por culpa y vergüenza.”

Su orgullo como mujer viene sobre todo de haber buscado incesablemente esa realidad paralela a la actual hasta encontrarla. Viene de no haberse conformado, “de haber encontrado personas que me reflejan y me apoyan como soy de verdad, y gracias a esto, poder reafirmar mi identidad y existencia, que siempre va más allá en cada acto que realizo.” Para Elena, el mayor poder de las mujeres es conquistar su propia libertad. Tristemente, para lograrlo aún queda mucho camino por recorrer, pero como dice Arden, “las grandes revoluciones vienen de pasitos pequeños”.
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