“Voy a morirme haciendo lo que me gusta”, afirma el cantante. Tras haber saboreado el éxito acompañado por los integrantes de Broke Niños Make Pesos (BNMP), Ellegas se aventura a lanzar su primer disco en solitario. Con toques de punk, hardcore, dembow y trap, y sin la necesidad de “tener que sonar como otro artista ni parecer otra persona”, Drugs Are Bad But I’m Worse recopila su evolución musical y personal de los últimos años, y reafirma su apuesta por un sonido propio.
Antes de comenzar tu carrera en solitario, formaste parte del colectivo musical Broke Niños Make Pesos (BNMP). ¿Qué es lo más significativo que te aportó esa experiencia? ¿Algo que te siga acompañando?
Crecer con mis hermanos, aprender de ellos y con ellos, no tiene precio. Ya no solo porque son unos artistas del carajo, sino porque veníamos conectados ya de antes, desde nuestra adolescencia, y los cuatro nos conocíamos y nos entendíamos bien; sabíamos qué le molaba a cada uno, y lo más importante es que nuestros conceptos, nuestras formas de pensar, todo encajaba, formando lo que fue el colectivo BNMP. Me siguen acompañando mis hermanos. Aunque no se nos vea como un colectivo seguimos trabajando juntos y apoyándonos. Toda o casi toda la música que el público escuche de alguno de nosotros está compuesta o tiene algún toque de alguno de los cuatro.
En esta nueva etapa, ¿cómo definirías el tipo de música por el que estás apostando?
No lo sé… música de Glen, mis paranoias, lo que se me pasa por la cabeza, cosas que he vivido; es una mezcla de todo. Hay desde toques punk hasta hardcore, hasta dembow o trap. Lo que me salga en el momento.
La forma de consumir música ha cambiado considerablemente en los últimos años. Cada vez es más frecuente ver a artistas que optan por sacar singles en vez de un disco, sin embargo, tú decidiste presentar el álbum Drugs Are Bad But I’m Worse. ¿Con qué ambiciones has lanzado tu primer disco en solitario y cómo ha sido el proceso creativo?  
No soy fan de sacar álbumes, y menos aún en los tiempos que corren, pero sentía una especie de obligación con el disco. Quería tener al menos un trabajo que definiera mis últimos dos años (2017-2019) y que fuera una especie de recopilatorio de cómo he evolucionado musical y emocionalmente.
“Sé que no soy el ejemplo perfecto, salgo fumando porros en casi todas mis historias y diciendo palabrotas, pero siempre desde el buen rollo, siempre buscando que haya respeto y que nadie intente pisar a nadie. Todos somos iguales y tenemos que querernos y apoyarnos siempre.”
Al conocer el título de tu álbum, es inevitable pensar el I Don’t Like the Drugs But the Drugs Like Me, de Marilyn Manson. ¿Se trata de un paralelismo intencionado? Tu música poco tiene que ver con la suya, ¿pero hay algún aspecto con el que te sientas identificado con él?
No fue intencionado, pero tiene alguna conexión. Marilyn siempre hizo lo que quiso, marcó su propio estilo y no dejó que nadie le parara los pies. Yo pienso exactamente igual. Voy a morirme haciendo lo que me gusta, sea como sea, rico, pobre, famoso, desconocido…
Este nuevo disco está compuesto por un total de trece canciones. Además de tener un significado a nivel individual, ¿existe una línea argumental conjunta?
Quise reflejar cosas que pienso, que me han ocurrido, para que personas de todas las generaciones puedan sentirse reflejadas a su manera, da igual desde dónde me escuchen o cuál sea su cultura.
Ahora parece que el público está más abierto a las propuestas de música urbana; se ha convertido en un fenómeno muy ligado a la llamada generación millennial y también la Z, ¿relacionas el auge de esta música con la necesidad de escapismo de la realidad que pueden experimentar los jóvenes? ¿O crees que este auge responde a una moda pasajera?
Yo pienso que es simplemente la música que tocó en esta generación. La generación de los memes, de la tecnología punta, de tener Instagram y estar 24/7 pegados al móvil. Ya se venía forjando desde 2010, aproximadamente. Lo veo como algo necesario culturalmente hablando. En veinte años, el punk de nuestra época será llamado trap, o a saber. La magia de estas cosas es que son impredecibles y no sabes qué puede ocurrir ni qué va a ser lo siguiente. Yo soy feliz siempre y cuando pueda expresarme.
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Machismo, violencia, drogas, ostentación... ¿Cómo respondes a las críticas sobre el estilo de música en el que se inscriben tus creaciones?
Todos hemos vivido cosas malas. Todos hemos visto gente mala, todos hemos hecho cosas malas. Aquí nadie es un santo. Yo en su momento tuve mis errores y he trabajado y sigo trabajando por mejorar y poder enseñar y dar ejemplo a amigxs, familiares y, sobre todo, a las próximas generaciones. Estamos en 2019, no en 1850. Yo creo que ya es hora de que haya más respeto, más igualdad, y se dejen de normalizar cosas con las que nos hemos criado desde pequeños, como la homofobia, el racismo, el bullying, etc. Sé que no soy el ejemplo perfecto, salgo fumando porros en casi todas mis historias y diciendo palabrotas, pero siempre desde el buen rollo, siempre buscando que haya respeto y que nadie intente pisar a nadie. Todos somos iguales y tenemos que querernos y apoyarnos siempre.
Cada sector de la sociedad busca en la música algo que los represente, que transmita su mensaje y sea la voz de su grupo social. ¿Qué crees que buscan al escuchar tus canciones?
Pues no me hago una idea. Cada persona es un mundo y cada cual buscará lo que le entre, lo que le apetezca oír o sentir. Ojalá mucha gente se sienta identificada conmigo y mi música les sirva para tirar pa’lante, para ayudar a quien lo necesite y a quien no, para sentir más empatía y ponerse en el lugar de otra persona.
A pesar de la recientemente popularización de la música urbana –ese concepto que engloba desde trap hasta dancehall–, se trata de un género que lleva mucho tiempo presente. ¿Hay alguien en particular a quien admires o tengas como referente?
Travis Scott, Bad Bunny, Arcángel… Gente que se ha mantenido real y ha hecho lo que ha querido de la forma en que ellos querían hacerlo, sin tener que sonar como otro artista ni parecer otra persona.
El videoclip lleva décadas siendo un mecanismo que ha permitido a los artistas comunicarse, también, de forma visual. En la era de las imágenes, donde el usuario recibe una cantidad desorbitada de estímulos, ¿cuáles crees que son las claves para captar la atención del espectador? Y, sobre tus videos, ¿crees que se refuerzan el mensaje de tus canciones?
Que puedan verte la cara, que haya controversia, que no sea un rapeo a cámara y ya está. Al igual que mi música tiene que entrarte por los oídos y hacerte sentir cosas, mis vídeos tienen que entrarte por los ojos y hacerte sentir a través de ahí. Yo creo que un videoclip siempre refuerza la canción, no sé si el mensaje, puesto que puedes plasmar un mensaje distinto en el videoclip que en la canción.
Los comportamientos y las actitudes que se plasman en los videos musicales, redes sociales y otros medios contribuyen a la imagen que queremos ofrecer a los demás y a como queremos que nos perciban. ¿Hasta qué punto se corresponden con la realidad? En tu caso, ¿dónde acaba la persona y dónde empieza el personaje? ¿O, realmente, no hay tanta diferencia?
Pues hasta el punto que quiera llegar cada artista. En mi caso, no hay mucha diferencia. En mis redes sociales plasmo mi vida cotidiana, mi día a día, sin planear nada. Habrá gente que piense que lo hago por el impacto en redes o por llamar la atención, pero no es el caso. Eso sí, hay que recordar que antes que artistas somos personas. Yo tengo mi vida personal, que separo perfectamente de mi vida artística, pero eso no quita que enseñe algo de vez en cuando, sobre todo, para los fans más curiosos que quieren ver cómo vives, qué haces normalmente.
Para acabar, ¿cuáles son tus planes de futuro? Tras este álbum, ¿toca gira? 
Sacar mucha música, crecer como persona y como artista, aprender todo lo posible, conseguir unos cuantos discos de platino más y (ojalá) hacerme rico con esto. No sé si haré gira, de momento tengo dos fechas confirmadas en Canarias y poco más puedo decir.