Hay proyectos en los que, por mucho que se investigue o se escriba, debemos recurrir a las declaraciones de sus propios artífices. Reflexiones surgidas de vivencias personales, debates internos fruto de haber estado en contacto con otras culturas, misiones destinadas a cambiar un sistema que deja mucho que desear en ocasiones. Esto y mucho más es lo que nos regala nuestra conversación con Alex Pastrana, uno de los fundadores de Hemper. La marca que ahora presentamos, cuyo objetivo último es “ser un referente en regeneración a nivel internacional”, tal y como explican sus socios, ha conseguido conquistar a una generación cada vez más concienciada con el respeto medioambiental y la trazabilidad en la moda.
También con la pervivencia de las técnicas tradicionales y el legado propio de cada sociedad, otro de los grandes protagonistas de su proyecto. Y la suma de fuerzas entre distintos agentes creativos como única forma de obtener soluciones nunca antes vistas. Hemper ya ha colaborado con artistas como la fotógrafa Rocío Aguirre o la india Naveli Choyal, quien firma su último proyecto. O con Martxel Montero y Jone Poderoso, con quienes colaboraron con motivo del lanzamiento del último número de su revista, La <3, cediendo su estudio madrileño al multitudinario evento. Ahora nos sumergimos de lleno en el ADN del proyecto de marca independiente de la mano de Alex. ¡Despegamos!
Empecemos por el principio, ¿qué es Hemper y quiénes estáis detrás del proyecto?
Somos un proyecto de marca independiente que basamos nuestra identidad en el estudio y reformulación de registros textiles artesanales. Esto lo hacemos a través de una continua investigación cultural e histórica sobre el textil, sus materiales y procesos, planteando así nuestra propuesta a los retos del mundo actual. Actualmente, Hemper está compuesta por 2 socios fundadores, a quienes se suma un equipo de doce personas y más de cien socios de diferentes partes del mundo.
Remontémonos a 2015, cuando fuisteis a Nepal –el que acabaría siendo un punto imprescindible en el mapa de vuestra plataforma– por primera vez. ¿Qué supuso esta experiencia y de qué forma inspiró el consiguiente proyecto?
Fue una decisión de las que te cambian la vida. Supongo que ir fue una forma de expresión y de querer construir algo diferente. Siempre desde el privilegio que supone poder viajar, y desde la inocencia e inmadurez con la que te enfrentas por primera vez a un viaje de este tipo teniendo 21 años. La clave fue que, en este viaje, conocimos a los artesanos que creaban los telares de cáñamo artesanal. Sin entender en ese momento el valor que tenía esta actividad, tuvimos la suerte de que con el tiempo todo fue cobrando un sentido que ha evolucionado hasta llegar donde estamos hoy.
“La nuestra es la historia de un viaje en busca del equilibrio perfecto entre activismo, cultura y tradición”, leemos en vuestro manifiesto. ¿Cómo conseguís que la balanza entre todos estos agentes esté equilibrada?
Lo principal es estar informadx. Parece algo muy evidente, pero te sorprendería el desconocimiento que hay en la industria de la moda sobre la propia esencia del textil.
Entre otras cosas porque la información es bastante inaccesible. También porque hacer una prenda es un proceso muy largo y opaco, en el que intervienen tantas personas y en tantas partes del mundo que requiere de mucho esfuerzo tener una trazabilidad real de todo el proceso. Una vez tienes la información, empiezas a crear tu propio criterio sobre cómo construir esa balanza de la que hablas. El activismo en una marca tiene que ser sutil y eficaz. Tampoco puedes ser un proyecto divulgativo porque aburres. Al ser una marca tenemos que ser aspiración, pero donde se respire ese activismo y esa cultura.
También hacéis referencia repetidamente al término ‘regenerativo’. ¿A qué os referís exactamente?
Es una muy buena pregunta. Para nosotrxs el concepto de sostenibilidad es algo completamente desvirtuado por marcas u otras empresas, grandes y pequeñas, que se apropian de este término, hablando mal y pronto, sin tener ni idea. No existe un criterio común para definir que algo es sostenible o no. ¿Un material o proceso que genere un poco menos de impacto es algo sostenible? Pero, ¿está realmente dando una solución? ¿Entienden estas marcas o empresas realmente el problema? La moda es una industria muy desconectada de la realidad y, por ello, no nos sentimos identificadxs con la etiqueta de sostenible. Es por eso que hemos introducido lo regenerativo, inspirados en otros sectores como el de la agricultura donde ya se utiliza este término. Entendemos como regenerativos aquellos procesos que por su propia existencia/actividad revalorizan o regeneran artesanías, culturas o ecosistemas.
El cáñamo o los tintes naturales son algunos de vuestros emblemas. Plantas y técnicas que, pese a poder parecer revolucionarias, beben de la tradición y la historia, ¿no es así?
En 1750, aquí en España, se fomentó el cultivo del cáñamo por el desarrollo de la Real Armada para hacer los velámenes y cordámenes. Hasta hace 30 años, en el Pirineo se hacían telares de cáñamo para la confección de prendas y accesorios. Con los tintes naturales ha pasado lo mismo. En España se cultivaba la cochinilla en Canarias como tinte natural rojo, por poner un ejemplo. La artesanía textil en occidente desgraciadamente está casi muerta. En países como India, donde la tradición es un tesoro inmenso, todavía existen retazos de estos procesos que ofrecen posibilidades infinitas, pero no responden a los ritmos que exige la industria actual. Para nosotrxs es una joya que hay que mantener.
Vuestra actividad se desarrolla entre Madrid, Katmandú y Londres. ¿Qué procesos acoge cada ciudad y cuántos equipos integran la cadena creativa y productiva?
Madrid, Londres o Barcelona son nuestra casa. En cada ciudad encontramos una inspiración diferente. En Madrid tenemos nuestro estudio donde trabaja la mayor parte del equipo. También tenemos una pequeña parte de confección final, traemos las telas y la confección la hacemos aquí. En Katmandú es donde tenemos la mayor parte de la confección, los telares manuales y los talleres de tinte. Tenemos un equipo de 3 personas en la ciudad que coordina toda esta actividad. Incluso los productos que confeccionamos en España sentimos que son más de allí que de aquí. La etiqueta del ‘made in’ nos genera cuestiones como que un producto sea ‘made in Spain’, pero esté hecho con un algodón de India, con unos botones de China y un forro de Bangladesh… Entonces, ¿de dónde es el producto final?
Hablemos de Mala Hierba, el documental producido por Canada y dirigido por Adriana Roslin. ¿Cómo surgió esta idea y qué nos podéis contar acerca de esta pieza audiovisual?
Mala Hierba representa para nosotrxs ese equilibrio de activismo y tradición del que estábamos hablando anteriormente. Es una pieza con un punto estético muy importante que muestra el proceso de confección de un producto: los cultivos de cáñamo, la fabricación de los telares, la confección de la tela, el tintado, la confección final… Es hasta el momento el proyecto más complejo y bonito que hemos llevado a cabo. El poder alinear a una marca como Springfield y a una productora como Canada para ir a grabar un documental grabado en película a uno de los sitios más remotos del mundo… fue sin duda un proyecto mágico que se hizo posible gracias a todo un equipo que puso mucho esfuerzo y corazón en ello. Adriana, por supuesto, María Rubio, María Estrada, Dani Meré, Aitor Bigas, el equipo de Springfield…
Habéis colaborado con la fotógrafa india Naveli Choyal en vuestro último proyecto, A Regenerative Journey. Una editorial de moda que encierra un importante significado.
Efectivamente, hemos tratado de trasladar a este editorial toda la esencia de lo que somos. Desde la selección de las marcas que participan –todas trabajan la revalorización de la cultura– a trabajar con Naveli, una increíble fotógrafa de India que trabaja la moda desde el documental, algo que encaja al cien por cien con nosotrxs. En la editorial mostramos a una joven pareja de India que viaja por la provincia de Rajastán.
Veo que en vuestra página web hay una sección llamada Diarios. ¿En qué consiste y cuál es el objetivo que perseguís con ella?
Podríamos decir que es nuestro blog, pero que tiene forma de diario de viaje. La descripción que hacemos de estos viajes son: “cada vez que el equipo visita lugares (ya sean geográficos o emocionales) y recordamos nuestro entusiasmo por los intercambios. Nos gusta documentar ese entusiasmo a través de textos e imágenes”.
Pero si hay algo que caracteriza a Hemper, más allá del compromiso con el respeto medioambiental y el respeto por la artesanía, son las colaboraciones: Rocío Aguirre, Casa Maricruz, Giulia Vererandi… ¿Qué os aporta este formato? ¿Estáis ahora trabajando en alguna alianza?
Si queremos seguir trabajando en nuestra misión, necesitamos hacerlo bien acompañados. Colaborar nos aporta visiones diferentes, nos hace evolucionar como marca y nos enriquece como personas. A medida que nos hacemos ‘mayores’, es cierto que somos mucho más selectivos a la hora de establecer estas alianzas; más aún con la sobredosis de colaboraciones que hay. Tiene que haber un motivo o una sinergia clara, no colaborar por colaborar. De cara al verano que viene saldrá algo bastante importante con el que nos aventuramos a entrar en otro tipo de producto, pero de momento no podemos contar mucho más.
Incluso sumasteis fuerzas con La <3 , la revista emprendida por Martxel Montero y Jone Poderoso, colaborando en la bolsa de corazón con motivo del lanzamiento de su último número. También acogisteis el evento de presentación del proyecto, al que acudieron algunos de los creativos más destacados de la escena madrileña. ¿Cómo vivisteis este día?
Fue un ejemplo de colaboración en el que todo funcionó a la perfección. Al tener el estudio en Madrid, tiene mucho sentido para nosotrxs colaborar con otros proyectos que nacen aquí. Y más si es con personas con el talento de Jone y Martxel. ¡Esperamos el siguiente número de la revista con muchas ganas!
La mochila Annapurna o la Ricebag son algunos de vuestros artículos más representativos. ¿Cuál de todos es el que mejor funciona en términos de ventas?
La mochila Annapurna es la que históricamente nos ha dado mejores resultados, si bien es cierto que es para un público más viajero. Con la Ricebag, bolsas de arroz que reutilizamos, llegamos muy bien al público más urbano. Somos una marca principalmente de accesorios, pero estamos empezando a hacer nuestras primeros tanteos con ropa.
¿Algún sueño por cumplir? ¿Dónde os gustaría ver a Hemper posicionada de aquí a diez años?
Creo que nuestro sueño es poder seguir viviendo esta experiencia durante toda nuestra vida. En 10 años nos gustaría ver a Hemper como una marca referente en regeneración a nivel internacional, que represente a un público sensible a los retos del mundo actual, y que compitamos de tú a tú con cualquier marca del sector.
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