En la presente segunda edición del Festival Lumínic las propuestas giran en torno al concepto de Universo Paralelos, que además da título a la exposición. Nosotros nos adentramos en el universo de Jordi Guillumet y Mònica Roselló para que nos cuenten su propuesta La vista renuncia en la Casa Museu Cal Gerrer en Sant Cugat del Vallès hasta el 2 de mayo, que juega con la representación de la realidad, construyendo la imagen dentro del territorio de la ambigüedad. 
Los artistas tienen en mente que la fotografía interpela la percepción, estableciendo un diálogo entre lo que se ve y lo que se reconoce. Han combinado la docencia con la producción artística personal y a partir de 1995 colaboran en varios proyectos e instalaciones. Su trabajo versa en una reflexión constante sobre los mecanismos de la percepción, la representación de los espacios y la arquitectura, la simulación, la memoria y el recuerdo como generador de imágenes, así como el valor del objeto en el imaginario.
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Objecte d'observació. Jyväkylä. Finlandia, 1998
¿Cómo os conocisteis y desde cuándo lleváis colaborando juntos?
Nos conocimos a principios de los ochenta, en la Facultad de Bellas Artes y empezamos a colaborar en el año 1995.
¿Qué os incitó a formaros como pareja artística?
Cuando empezamos a trabajar juntos se abrió la posibilidad de iniciar un método de trabajo y unos resultados muy diferentes de los que habíamos realizado hasta el momento. El trabajo del fotógrafo es muy solitario, el hecho de realizar un proyecto conjunto lleva implícito la necesidad de dialogar, contrastar, convencer, ceder, compartir, etc.; en definitiva, es más intenso y enriquecedor. Es estimulante tener que consensuar las decisiones.
Reflexionáis constantemente sobre los mecanismos de percepción, entre lo que se ve y lo que se reconoce, ¿de dónde nace este interés y qué más nos podéis contar acerca de ello?
El reconocimiento o la interpretación de la imagen por parte del espectador es aquello que da sentido al arte. Toda fotografía es un enigma, como postula Michel Frizot en su libro homónimo, y cada uno de nosotros, como espectadores, interpretamos esa fotografía de distintas maneras, y alguien puede incluso llegar a resolver el enigma. Esa capacidad de la fotografía que, siendo incompleta, obliga al público a completarla, a posicionarse respecto a la realidad, a la veracidad, a la verosimilitud de aquello que formula, eso mismo es lo que nos fascina del medio fotográfico.
En vuestras instalaciones siempre dejáis a descubierto el proceso, ¿tiene algo que ver con una posible interpretación más abierta por parte del espectador? ¿Qué os mueve en esa intención de mostrar las ‘entrañas’ de vuestras piezas?
Nos gusta desmitificar el momento de inspiración como origen de una obra de arte. En nuestro caso, el acto creativo empieza con una idea pero se construye a partir de la investigación, la reflexión y el trabajo, y al mostrar el proceso evidenciamos que es un recorrido largo. Pero también transmitimos la experiencia al espectador, no se sabe dónde empieza la obra y dónde acaba el proceso.
Por otra parte, los dos venimos de una extensa práctica docente y al evidenciar el proceso incorporamos la parte pedagógica: cómo se hace un proyecto, qué recorrido pueden tener las ideas, el porqué de cada elemento que forma el conjunto, etc.
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Objecte d'observació. Jyväkylä. Finlandia, 1998
¿Cuáles son vuestros referentes más inmediatos?
No hay referentes inmediatos: lo que nos rodea, lo que leemos y vemos son una fuente de inspiración. La curiosidad es selectiva y por sí sola genera una colección de intereses, temas, artistas, textos e imágenes que acaban formando parte del substrato que sostiene una forma de trabajar. Es difícil identificar algo o alguien concretamente, dependiendo del proyecto afloran unas influencias u otras.
Ahora pasemos a la exposición que tenéis actualmente en Sant Cugat del Vallès, en el marco del festival Lumínic, ¿conocíais de antemano a los comisarios? ¿Cómo os llegó el encargo?
Lumínic es un festival muy joven pero con un criterio de contenidos muy sólido. Los comisarios conocían nuestro proyecto La vista renuncia y estuvimos de acuerdo en que era muy apropiado para la propuesta de esta edición, Universos Paralelos. El tema de nuestro proyecto es cómo se perciben las diferentes capas de la realidad, lo que vemos, lo que creemos ver y lo que es. Esto genera la posibilidad de diversas realidades, en nuestra propuesta invitamos y provocamos que el espectador se mueva en esta multiplicidad.
Vuestra propuesta se titula La vista renuncia, ¿podríais contarnos más acerca del título?
Esta frase aparece en un fragmento del libro de Severo Sarduy, La simulación, que da pistas sobre el sentido de la exposición. Dice así: “Declinación de los sentidos: la vista renuncia; el tacto tiene que venir a comprobar, y a desmentir, lo que la mirada, víctima de su ingenuidad, o del puntual arreglo de un artificio, da por cierto: la profundidad simulada, el espacio fingido, la perspectiva aparente, o la excesiva –¡y por ello sospechosa!– compacidad de los objetos, la insistente nitidez de sus contornos, la arrogancia de las texturas.”
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Tabula Rasa. Sala Metronom, 2000
En esta exposición ponéis el foco en la arquitectura, haciendo referencia a algunos clásicos de la fotografía arquitectónica, en especial a Bernd y Hilla Becher, pero con un objetivo totalmente distinto: mientras que ellos ponían el foco en lo objetivo y lo científico, vosotros lo ponéis en la evocación arquitectónica, en una suerte de penumbra borrosa, ¿esto nace de un deseo de homenaje, o es otra vuelta de tuerca al análisis de la percepción humana?
Esta exposición no es un homenaje a los Becher, la referencia que hacemos a su estilo es un guiño al espectador. Por una parte, nuestra propuesta genera unos vínculos formales fácilmente reconocibles y a la vez nos distanciamos de su método de trabajo y de su fotografía objetiva y descriptiva. Nuestras fotografías no tienen detalle, son muy contrastadas, con una falta de definición que nos remite una imagen espectral. Pero el paralelismo que se establece con ellos nos ayuda a verificar una forma diferente de mostrar una misma realidad.
Poniendo el foco en la evocación arquitectónica, lo que hacemos es jugar con los límites de la representación, evocar es algo indefinido, damos espacio a que el espectador pueda percibir condicionado por su conocimiento de la realidad. Los límites de la percepción se sitúan en el territorio conceptual que hemos dibujado.
La instalación se nutre de las propias fotografías y de objetos que remiten a su estructura, con lo que es posible crear una simulación de la misma. ¿Qué nos podéis contar sobre los objetos que se encuentran en la parte posterior? Quizá pretendáis demostrar un más allá de lo que nuestra mirada alcanza a ver, pero tengo curiosidad por saber más.
La exposición es una puesta en escena de cómo se construye una imagen. La luz es el punto de vista: es la cámara, y la pantalla colocada en un lugar determinado; es la imagen que creamos. Pero las imágenes están por todo el espacio, si observas alrededor puedes ver que hay diferentes proyecciones y la pantalla señala una en concreto.
Planteamos preguntas más que respuestas, ¿qué es la realidad? ¿Qué es aquello que percibimos como real? Lo que vemos está condicionado por lo que creemos ver y por lo que conocemos del mundo real. Todo nuestro conocimiento se proyecta en nuestra percepción de las cosas, en el acto perceptivo lo que creemos que estamos viendo es mucho más importante que lo que vemos en realidad.
¿Algún proyecto que podáis adelantarnos para este 2021?
Todo artista tiene proyectos en el armario que están esperando su momento. Algunos lo encuentran y otros se quedan ahí. Nosotros seguimos trabajando y evitamos acercarnos a tendencias, de modo que nuestros proyectos puedan verse en cualquier momento o época. Después del verano presentamos otra instalación, esta vez sobre los mecanismos de la memoria y los recuerdos, de la que ya os informaremos.
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Tabula Rasa. Fotopsia, Castellbisbal. 2004
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Geometrica 9. Col·lecció MNAC, 2013
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Geometrica 7b. Col·lecció MNAC, 2013
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La vista renuncia. Fineart Igualada, 2019