Aunque ella no se declare fan del cine de terror, la energía y el carisma de Kimberley Tell recuerdan al de las míticas y peleonas final girls. Chicas como Jamie Lee Curtis o Renée Zellweger, que correteaban aterradas pero, finalmente vencedoras, en sus respectivos comienzos en la gran pantalla.
Porque Kimberley tiene ese ‘algo’, una mezcla de fortaleza, talento y debilidad por los nuevos retos profesionales, desde que comenzase su carrera en 2011, y empezase a acumular proyectos diversos e interesantes. La joven canaria parece estar dispuesta a lanzarse a la piscina ante cualquier reto, y lo demuestra con su nuevo trabajo, con el que entra de lleno en el mundo de la canción. 135 es el nombre de su primer EP y de su nueva aventura creativa, inspirada en un lugar sorprendente: la cama.
Ese rincón tan onírico y sensual, Kimberley lo convierte en una acertada metáfora musical para mostrar al público un pedacito de su intimidad y transformarla en un motivo perfecto para que podamos bailar hasta el amanecer, e incluso, quizás, caer rendidos en la cama, solos o acompañados, pero con sus melodías instaladas en nuestra cabeza.
Eres una artista multifacética, cantante y actriz. ¿Dónde te sientes más cómoda y liberada?
Creo que ambas facetas son perfectamente compatibles, me siento muy cómoda en las dos. Sí que quizás me resulta más sencillo cantar porque creo que la música, en general, responde a algo super intuitivo. Sale de dentro, casi no hay ni que pensarlo, es un sentimiento puro. Actuar también goza de un componente muy emocional e intuitivo pero está ligado a algo más intelectual, que se prepara más con la razón. Uno cuando actúa estudia antes un texto, debe preparase. Formas parte de un proyecto, eres una pieza pequeña de algo muy grande. La música, para mí, es más sencilla. Sobre todo cuando cantas algo tuyo, nace de ti y va directamente al público. No hay mucho más entre medio.
135 es el título de tu primer EP. Su título corresponde a las medidas de tu cama, lo que dota a este proyecto musical de un tono sensual y privado. Ahora que acumulas proyectos dentro y fuera de la pantalla y sumas seguidores en Instagram y reproducciones en Spotify, ¿podría decirse que la fama afecta a la intimidad, a esos 135 centímetros donde uno se despoja de cualquier careta y filtro?
En verdad la intimidad es siempre la intimidad, y más aún en la cama, que es como un resquicio que, incluso hoy en día, hemos sabido respetar. Sobre este proyecto, puedo decirte que ha crecido mucho y muy rápido. La respuesta del público ha sido muy positiva, pero por ahora todo lo he percibido de forma virtual, ya que lo he vivido en confinamiento. Así que todavía no he experimentado de forma tangible los efectos del éxito de este proyecto. Me entero de su repercusión si me conecto al móvil o al ordenador, pero eso espero que cambie al empezar a hacer conciertos.
La actuación y la música están separadas y, a la vez, muy mezcladas, por eso temía que se me viera como la típica actriz que quiere pasarse al mundo de la canción. Tampoco pienso mucho en ello. Este proyecto musical ha surgido de dentro de mí. Es la primera vez que hago de mí misma, me presento a mí misma. Cuando eres actriz, aportas todo lo tuyo pero eres parte del proyecto de otra persona, pocos actores pueden permitirse el lujo de elegir los proyectos que quieren y a la vez sentirse identificados con lo que hacen. Pero la música ha sido algo muy gratificante, ya que he podido elegir lo que quería hacer, cómo lo quería hacer, la estética que quería que acompañara al proyecto, etc.
Aprecio mucho el control creativo del que he podido disfrutar. Este EP ha sido algo que he querido hacer cuando he tenido el tiempo necesario. No he tenido que depender de nadie. Empecé yo a producir, más tarde quedé con un productor, y ambos, simplemente, por probar, empezamos a crear. Y un año más tarde tengo un EP y dos singles. Todo este control creativo me hace darme cuenta de que me gustaría poder dirigir algún proyecto para cine. Empezando como con la música: comprando unas cámaras y empezando a grabar.
En 135, parece que has querido llevar a tu público a la cama, metafóricamente, ya que ensalzas ese lugar, ese rincón del dormitorio, como una especie de templo a la intimidad sentimental, lugar en el que extraes tus reflexiones. ¿Por qué una cama?
No fue una idea preconcebida. Al leer mis letras me di cuenta de que hacía muchas referencias a la cama, y no solo por cuestiones amorosas. Gran parte de mi vida la vivo ahí, no solo ya el despertar e irse a dormir. Me refiero a la ansiedad, al sentirse perdido, al estar tumbado por la noche repasando lo que está sucediendo en tu vida. De esos momentos me han surgido muchas ideas que luego han derivado en las letras de canciones. Este EP surgió de un momento contradictorio en el que tenía ganas de todo pero, a la vez, me sentía atascada.
La primera canción es Trihte, que hace referencia a estos momentos de los que te hablo, sobre todo cuando en el estribillo canto “mi cuerpo por debajo de mí”. Esa frase es una referencia directa a mis sueños, a algo que experimento estando en la cama y que a la vez se refiere a ese momento de mi vida en el que yo quería comerme el mundo pero sin saber cómo empezar a hacerlo.
En el tema Gastando las horas cantas, “hace tiempo que ni miro quien me mira los stories”. ¿Cuál es tu relación con redes sociales como Instagram?
No les presto mucha atención pero luego me doy cuenta de que pierdo mucho el tiempo con ellas (risas). Intento compartir las cosas que voy haciendo, que siempre viene bien. Siento como una especie de amor-odio ya que a veces me estresan. Con esa estrofa de Gastando las horas hago referencia a esa desgana que a ratos me provocan las redes sociales.
En el videoclip de Papelito cuentas con la colaboración del nuevo heartthrop adolescente, Arón Piper, quien también está dando sus primeros pasos en el mundo de la música, ¿cómo surgió esa colaboración? ¿Es importante para los actores apoyarse entre ellos para impulsar sus otras facetas artísticas?
Es muy importante para los artistas el apoyarnos en lo que creemos. Yo siempre comparto en Instagram las cosas que veo que me gustan, no solo de mis amigos, también de gente que no conozco pero que me encanta lo que hace.
Sobre lo de cómo surgió lo de Arón, yo ya lo conocía de antes, y en principio el videoclip de Papelito iba a ser distinto. Yo iba a aparecer, pero como durante el confinamiento estaba en Lanzarote, tuvimos que pensar un plan B y cambiar la perspectiva, así que la cambiamos a la del chico. Aarón tiene un aire a Johnny Depp en Cry Baby y por eso decidí preguntarle. Pensé que me diría que no, ya que como él también está trabajando actualmente en su música pensé que no querría colaborar. Pero dijo que sí, y además, se involucró mucho en el proyecto ya que, al no estar yo, fue él quien se reunió con todo el mundo. Le debo un monumento, la verdad.
Una de tus canciones más escuchadas es una cover del gran éxito de Mecano, Hoy no me puedo levantar. ¿Cuál es tu historia con ese mítico hit de los 80?
Conocía la canción pero realmente me la encargaron. En la segunda temporada de Élite querían incluirla en una de la secuencias y me pidieron que hiciera una versión más moderna. Es una canción difícil de versionar ya que es muy ochentera. Pero le dimos una vuelta y al final creo que quedó bastante bien. 
Tengo entendido que sacaste tu primer single, Lo que no me dices, durante una crisis existencial. ¿Te son necesarios esos periodos para que surja la creatividad?
Por su puesto. De hecho, cuando paso un mal momento siempre pienso que tiene que haber una razón para estar atravesándolo. No puede ir todo siempre super bien. Aunque ojalá no tuviese que haberlos, deben existir los malos momentos para poder aprender, conectar con lo básico y plantearnos las cosas. Considero que los momentos malos nos ayudan a enfocar nuestros pensamientos en cosas que necesitan nuestra atención, y yo los considero imprescindibles para la faceta creativa de cada persona.
A lo largo de tu carrera como actriz has tocado género tan variados como la comedia, el terror, el drama y la intriga, ¿en qué género se siente más cómoda Kimberly Tell?
No lo sé. Nunca concibo el cine por su género, prefiero conectar directamente con el personaje sin pensar en la clasificación a la que pertenece la película. Sí que creo que la comedia es mucho más difícil, ya que identificarse con la tristeza es mucho más sencillo. La comedia, al contrario, requiere muchísima inteligencia y un gran control de los tiempos, de los silencios y el ritmo, cosa que no puede hacer todo el mundo. Admiro a la gente graciosa porque ser gracioso es un don que solo tienen unos pocos. Yo no me lo considero mucho, pero cuando lo soy, creo que es sin querer.
Te encuentras rodando la segunda temporada de Hierro, una serie de intriga cuyo estreno cosechó muy buenas críticas y entusiasmó al público. En la pasada temporada interpretabas a una novia convertida en viuda el mismo día de su boda, que descubría no saber nada sobre el que iba a ser su futuro marido, ni de la vida que la rodeaba. ¿Acaso el arte de la interpretación aleja aún más al actor de sí mismo o le ayuda a conocerse más en profundidad?
Creo que la profesión de actriz te obliga a prestar mucha más atención ti misma, ya que con cada personaje rescatas algo de ti que surge de tu imaginario. Realmente tienes que prestar atención a las sutilezas de la naturaleza humana, que te hacen ser un personaje u otro. Interpretar a personajes muy distintos a ti siempre hace que conectes con tu interior. Aunque un personaje sea muy distinto a mí, pienso que siempre hay algo mío en todo lo que interpreto. Todos terminan siendo facetas distintas de nuestra propia persona.
Por ejemplo, en cada faceta de mi vida real puedo llegar a ser personas completamente distintas. También creo que las personas que nos rodean nos influyen y nuestro comportamiento varía según su personalidad, y eso me fascina.
En julio estrenabas Campamento Albanta, una serie de intriga con abundantes tintes de terror. También trabajaste en la cinta de horror sobrenatural La mina. ¿Qué relación has construido tú con ese tipo de historias? ¿Te molestaría ser tildada de ‘scream queen’?
No considero Campamento Albanta mucho de terror; tiene puntos sobrenaturales pero creo que pertenece más al thriller psicológico o a la ciencia ficción. De Campamento Albana me interesó que todos los personajes que acuden a ese lugar lo hacen con el fin de curar sus propios traumas, y en cada capítulo profundizamos en ellos. Como actriz, he percibido mucho más el aspecto dramático de los personajes, luego añadiéndole el plus de los sucesos inexplicables que ocurren en el campamento. Como consumidora no me gustan nada las películas de terror, soy muy miedosa. No es mi sueño hacer películas de terror, pero si es muy interesante, lo aceptaría, claro, pero a priori no es el género que más me interesa.
Como hemos mencionado antes. tu disco se inspira en el dormitorio y lo pone como eje central. Tras rodar una intensa serie de misterio, ¿tiene pesadillas alguien que vive inmersa en esas historias?
La verdad es que no. El trauma de mis personajes nunca me lo llevo a casa; yo acabo y soy yo. Sí que se te puede llegar a pegar un poco. Por ejemplo, en Hierro, donde la historia es tan traumática y turbia, sí que noté que algo se me pegaba en el cuerpo. Cuando te permites estar abierto y vulnerable para interpretar a estos personajes es más fácil que su propia historia, su personalidad y el ambiente que los rodea te llegue a influir. Rodando esa serie, cuando una escena no me salía como yo quería, me ponía a llorar y me daba mucha rabia. Como mi interpretación en Hierro nace de la vulnerabilidad, eso me afectaba. Para mí, esa serie ha supuesto mi mayor reto profesional. Por primera vez me dieron la oportunidad de interpretar un personaje de este tipo, tan dramático y sumergido en una historia policíaca. 
A lo largo de tu carrera has colaborado con grandes actrices como Najwa Nimri, Alba Flores o Candela Peña, ¿qué has aprendido de tu experiencia con cada una de ellas? ¿Alguna te ha ofrecido algún buen consejo?
Consejo propiamente dicho, no. Sí que he aprendido mucho viéndolas trabajar. Disfruto mucho haciéndolo. Najwa me sorprendió mucho, ya que la gente tiene una imagen de ella muy misteriosa, pero es muy graciosa y divertida. De Darío Grandinetti, con todo su temple y tranquilidad, también he aprendido muchísimo.
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