El billete de avión dice San Sebastián, pero el lugar que nos acoge dentro del recinto Kursaal se encuentra un poco, bastante, más al sur. Tenerife traslada lo mejor de su isla a uno de los encuentros gastronómicos más importantes de la región en una experiencia culinaria de primer nivel, donde no solo brillan la calidad de las preparaciones y los ingredientes cuidadosamente seleccionados, sino también el amor y el orgullo de sus habitantes por una de las tierras con mayor cultura y tradición en cuanto al buen comer y beber se refiere. Lo comprobamos de primera mano hace escasos días en San Sebastián Gastronomika, donde el objetivo de convencernos para visitar la isla lo más pronto posible ha sido conseguido exitosamente.
Con un clima perfecto y el mar a tan solo unas paredes de distancia, San Sebastián Gastronomika nos abre sus puertas en el segundo día de su edición número veinticinco, donde nuestro destino principal es el gran stand/restaurante de Tenerife, sin duda uno de los puntos con mayor afluencia del evento y quizás el mejor ambientado. Convirtiendo el lugar en una experiencia sensorial en la que no solo el gusto experimentaría el sabor de la isla sino también el sonido de las olas y el mar, de las aves que habitan la isla y los visuales de los paisajes idílicos, esta experiencia fue una inmersión total en lo que Tenerife tiene para ofrecer. El hilo conductor de esta segunda jornada nace de la riqueza del Parque Rural de Anaga, lugar que sirve como fuente de inspiración para la elaboración y conceptualización de los diferentes platos y experiencias que los comensales pudimos disfrutar.
Algunos de los chefs con más prestigio de la isla fueron los responsables de guiar a los invitados por el recorrido gastronómico que inició con un desayuno donde el mango fue el ingrediente estrella, servido desde en zumo hasta en brunoise, con diferentes interpretaciones de platos a base de hojaldre por parte del pastelero Alexis García. Además del mango, el aguacate es otro de los alimentos del que más presumen los tinerfeños, hasta el punto de llamarlo el oro verde de Anaga. El chef Alberto Margallo nos hizo parte de una degustación interactiva en la que cada asistente pudo elaborar su propio escacho con aguacates traídos directamente de la isla, un testimonio de la importancia de contar con ingredientes de máxima calidad en la exposición y la pasión con la que ha sido preparado este evento.
Además de la comida, la conversación y el debate en torno a los tesoros y las particularidades de la isla para ofrecer la calidad de sus productos fueron una constante, lo que hizo que la experiencia no solo fuera placentera sino también educativa y de apreciación a una región que cuenta con el mar y la montaña a su favor. Degustando gran cantidad de vinos de la isla de diversas especificaciones, orígenes y reservas presentados por la sumiller Erika Sanz, la merienda se convirtió en un recorrido por los distintos caseríos del Parque Rural de Anaga, donde todos los chefs mencionados anteriormente, sumándose Pedro Nel y Nacho Solana presentes también en la mesa redonda, aportaron su destreza y diversos puntos de vista en la elaboración de ocho platos, de todos los estilos y para todos los gustos, vasto repertorio donde quedaron demostradas dos máximas en las que se puede resumir la jornada: en la variedad está el placer, y Tenerife, sin duda, despierta emociones.
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